Cuenta la leyenda que dos de los volcanes más importes de México, el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl, nacieron de una historia de amor tan imposible como trágica. Estas ardientes montañas eran veneradas como dioses en la mitología azteca y su importancia (natural y social) es tanta que incluso hoy, a los pies de estos dos colosos enfrentados, los visitantes todavía sienten cierta hermosa impotencia al enfrentarse a su verdadero tamaño y al saber todo el relato sagrado que se desprende de este lugar.
Y es que los volcanes nos obligan también a ser humildes porque se encuentran en medio de varias decenas de hectáreas de valles del Parque Nacional Iztaccíhuatl-Popocatépetl, una de las áreas protegidas más antiguas de México. Ubicado en los estados de México, Puebla y Morelos, este lugar forma parte de la Sierra Nevada también conocida como Reserva de la Biosfera. Y son la segunda y tercera cumbres más altas de México.
La leyenda de los volcanes, Popocatépetl e Iztaccíhuatl narra la historia de dos amantes. Se dice que hace miles de años en medio de una de las tantas peleas entre los aztecas y los tlaxcaltecas, uno de los guerreros más valientes de Tlaxcala, Popocatépetl se enamoró perdidamente de Iztaccíhuatl, la hermosa hija del gran monarca. Cuando el joven pidió la mano a su padre, el gobernante, no muy entusiasmado, aceptó el matrimonio con la condición de que fuera a luchar contra sus enemigos y volviera victorioso. Conseguir esto parecía casi imposible ya que a esas alturas la guerra había durando demasiado.
Dispuesto a todo, Popocatépetl partió para cumplir su destino y volver a encontrar a su amada. Durante su ausencia, el falso rumor de su muerte llegó a la princesa que, desesperada por el dolor, se quitó la vida. Sin estar al tanto de esto, el joven volvió con la misión cumplida y se enteró de la terrible noticia. El guerrero veló el cuerpo de su amada hasta que él mismo se rindió a su tristeza para siempre. Los dioses cubrieron sus cuerpos para que permanecieran cara a cara, juntos por la eternidad y entonces se convirtieron en montañas.
Fue así como estos dos volcanes se volvieron tan vitales para explicar la historia del centro de México.: también nacieron sus nombres en náhuatl. Iztaccíhuatl significa “la mujer dormida” y Popocatépetl, “la montaña humeante”.
Dicho todo lo anterior, resulta indispensable preparar un viaje a las faldas de estas dos grandes montañas. Un parque sumergido en los destellos más hermosos de la naturaleza que le ofrece a los viajeros la posibilidad no sólo de caminar por este par de leyendas sino también de tener un día de aire puro.
Nos referimos al Parque Nacional Iztaccíhuatl-Popocatépetl, famoso por su excepcional biodiversidad y sus ricos ecosistemas. Gracias a su posición geográfica y sus características en términos de clima, este sitio es un importante santuario de fauna y flora en particular de especies de hongos endémicas, únicas no sólo en en el país ni en el mundo.
Dicho todo lo anterior, la mejor manera de conocer este lugar es caminándolo y Rutopía tiene el paseo perfecto. Caminar entre estos sitios es una experiencia desafiante, pero también una oportunidad de conocer los volcanes de México al lado de un guía experto que conoce los detalles de la historia y la leyenda. La dificultad (debida en mayor parte a la altitud y sus efectos) se olvida rápidamente cuando el camino está acompañado por una vista es impresionante.
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Hay pocos lugares que sean totalmente naturales y que tengan creencias profundas y antiguas vinculadas a ellos. Los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl son uno de ellos.
Además de ofrecer un paisaje impresionante y múltiples excursiones, este lugar está habitado por esta romántica leyenda, lo que le da un encanto. ¡Conócelo con Rutopía!