dia muertos con una atmosfera colonial en chiapas

Día de muertos y el toque mágico de Chiapas

Rutopía editorial team
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December 13, 2024
- min. de lectura

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Día de muertos y el toque mágico de Chiapas

Cultura, tradición, diversidad, naturaleza y frescura son unos de los muchos elementos que conforman la atmósfera de la ciudad colonial de San Cristóbal de las Casas, ubicada entre las montañas en el estado de Chiapas, al sur de México.

Con una infinidad de sitios fascinantes este destino forma parte de la lista de los puntos del país con mayor número de visitantes nacionales e internacionales y si hay una fecha a la cual recalcar por tan brillante y colorida celebración, es el “Día de Muertos”. En esta ciudad colonial las costumbres indígenas siguen vivas, las calles se llenan de color, tradición, gastronomía y gente que con nostalgia recuerda la presencia física de sus seres queridos, y venera el retorno momentaneo de los mismos.

Día de muertos desde épocas prehispánicas

Las etnias que conforman toda su actual cultura ya honraban a los muertos desde la época prehispánica. Mayas, Zoques y Chiapanecas le rendía culto a la muerte, aunque en su particular forma de ver al mundo “La Muerte” no existía, ellos se manejaban por nociones de sueño temporal o muerte chiquita y el sueño eterno o muerte grande.

Los Zoques, quienes se llaman a sí mismos ó de püt (gente de palabra), son uno de los pueblos nativos del estado de Chiapas y aun se sigue conservando toda una organización tradicional basada en un sistema de cargos y mayordomías. Sus altares se adornan con ofrendas típicas como flores, alimentos y bebidas originarias de la región. Cada altar es un regalo de la familia a todos sus difuntos, estos son adornados con papel de china en colores blanco y morado y cuenta con tres niveles. En la parte alta se encuentra el somé, que es un pabellón con frutas colgantes y que simboliza la entrada al inframundo. En el segundo nivel van ubicados los retratos de los familiares difuntos, acompañados de una cruz que representa el sacrificio y sufrimiento del hijo de Dios; en el tercer nivel se encuentran toda la comida y bebidas que deleitaba en vida los difuntos. Veladoras, flores de Mulibé (Cempasúchil) y de terciopelo se distribuyen por todo el altar representando el paso de la vida a la muerte.

Altares para Día de Muertos

En los altares los tres niveles representan el cielo, el limbo y la tierra, aunque en algunos poblados, como en San Juan Chamula, se dice que estos tienen el significado del Padre, El Hijo y el Espíritu Santo. Se colocan 4 velas al pie del altar, en representación de cada punto cardinal.

La luz ilumina el camino al más allá de las almas, para su eterno descanso. Por cada uno de los familiares fallecidos en la familia se prenden velas blancas, las grandes cuando se trata de una persona adulta y las chicas para niños y jóvenes. El primero de noviembre se reúne la familia al atardecer, para custodiar las velas.

Altar que se respeta debe tener muchos dulces tradicionales, las cocineras de cada familia preparan jammani, el puxinú, yumí, calabaza en dulce, melcocha y coyol en dulce. El día dos de noviembre será menester visitar los panteones, las tumbas de los difuntos se arreglan con colores formando cruces en todas ellas; la juncia, el copal y las veladoras complementan el arreglo, se escucha marimba en diferentes puntos de los panteones, muchos chiapanecos tienen la costumbre de comer junto a la tumba. Al compartir unos tamales y un rico chocolate, las familias recuerdan a sus difuntos.

Los niños también forman parte de esta gran celebración y suelen ser los más entusiastas. salen a las calles pidiendo “calabacita”, disfrazados de personajes terroríficos contemporáneos, cantando y sonando botes llenos de piedras. Llegan a cada casa del barrio, donde son recibidos con dulces, cantan en coro: “somos angelitos que del cielo bajamos, pidiendo calabacita para que comamos”. cuando terminan si son obsequiados con dulces, las almas gritan ¡Que viva la tia! y, si no es así, gritarán a todo pulmón ¡Que muera la tía! regresando a casa los esperan los abuelos, quienes les contarán una y otra vez historias de fantasmas que los niños escucharán con emoción mientras comen todos sus dulces.

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