Para la cultura maya los cenotes eran muy importantes. Se consideraban lugares sagrados entre otras cosas porque de ahí se obtenía el agua y eran los puntos estratégicos para instalar ciudades. Para los mayas estos ojos de agua eran considerados la puerta al inframundo.
Los cenotes eran una parte fundamental de la cosmovisión pues eran la entrada a su tercer universo, justo después del cielo y la tierra. Ahí en las profundidades los antiguos habitantes de México buscaban no sólo el origen del ser humano, sino también ese lugar específico en el que habitaban los dioses.
Dicho eso, es imposible pasar por alto que los cenotes en la península de Yucatán son un paraíso terrenal de aguas cristalinas, vegetación y estalactitas que en sus formas cuentan la historia del tiempo.
Los cenotes tienen tanta magia que vale la pena verlos y flotar en ellos por lo menos una vez en la vida.
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Sin embargo, las maravillas de los cenotes no están solo en la superficie. Al fondo de sus aguas se encuentra un laberinto de cuevas que nos regresa al pasado. Un laberinto de más de 300 kilómetros, el más grande del planeta, repleto de tesoros que alguna vez nos dejaron los mayas y que se han preservado casi intactos debajo del agua.
Las cuevas bajo el agua
En toda la península de Yucatán existen más de 7 mil cenotes, aunque oficialmente solo se conocen 2mil. Estos sitios son tan profundos que albergan numerosas cuevas bajo el agua que al parecer estaban en la superficie y entre los periodos interglaciares se cubrieron de agua.
En ellas, los mayas construyeron altares, se ponían ofrendas e incluso eran el sitio para practicar cierta clase de intercambios comerciales.
Lo más interesante es que dichas cuevas se unen entre ellas. Debajo del agua existen recorridos misteriosos y enormes pasadizos, casi imposibles de descubrir, que conectan un gruta con otra, y forman un sitio arqueológico de gran magnitud.
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Existen muchos investigadores que se dedican a rastrear los vestigios que dejaron los mayas debajo del agua y las conexiones entre las cuevas de la Península de Yucatán. Se trata de un grupo de expertos que bucean entre el pasado y cada tanto sacan a la luz nuevos descubrimientos que nos hacen replantearnos como se vivía en este lugar del mundo.
Como resultado de las investigaciones, se han descubierto grandes e importantes conexiones entre varios lugares. Un sistema de cuevas que, entre otras cosas, revela un universo de templos, ornamentos y rituales que se hacían en el pasado.
Sac Actún, la cueva inundada más grande del mundo.
Sac Actún es uno de los muchos sistemas de cuevas submarinas ubicado al norte de Tulum. Su nombre significa “cueva blanca”. Y actualmente es la guarida bajo el agua más grande del mundo.
Esto se debe a que está conectado con una gran cantidad de sitios a lo largo de la península, ya que forma un laberinto de 347 kilómetros de largo bajo el agua. Es probable que existan más conexiones de este lugar con otros, por lo que este lugar podría medir hasta más de mil kilómetros.
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El sitio arqueológico más importante del mundo.
Pero no solo se encontró un enorme laberinto. Durante los recorridos se han encontrado cientos de piezas pertenecientes a los mayas. Además se descubrieron restos humanos y de animales, que son evidencia de la existencia de los primeros pobladores de la Península, mucho antes de que llegaran las civilizaciones mayas.
Por lo tanto, estos descubrimientos pueden cambiar lo que sabemos de la historia del planeta.
Asimismo, hay restos de hogueras y altares dedicados a los dioses mayas. Esto debido a que los cenotes eran “el escenario principal del mito de la creación” para la civilización maya, según el especialista del INAH, Guillermo de Anda.
De igual forma, esto nos permite conocer más sobre las actividades y la vida diaria de la civilización.
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En conclusión, las cuevas submarinas no solo albergan laberintos misteriosos e infinitos. También son la puerta a un túnel en el tiempo, que nos puede transportar a más de 10 mil años atrás y regalarnos un paisaje mágico, mientras visitamos nuestro pasado.
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