Cuando hablamos de la selva mexicana no podemos omitir la herencia maya, un olimpo tropical inmenso que se extiende desde el sureste de México, pasando por Belice, hasta el norte de Guatemala. Solo sus áreas protegidas cubren 4 millones de hectáreas convirtiéndola en la segunda más grande de América –después del Amazonas– y por supuesto en la más extensa de Mesoamérica.
Esta jungla resguarda 20 ecosistemas diversos que transmutan según el sitio en el que estemos parados. En el norte hay bosques secos y en el sur exuberantes selvas siempre-verdes. Quizá por eso bajo su tapiz bucólico hay una vida bulliciosa que cobija todo tipo especies endémicas. Guacamayas multicolores, monos que solo existen en este lugar del planeta o tapires de más de 100 kilos, que desde hace siglos luchan por su supervivencia.
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Cada paso que damos en esta jungla hay vida, y cada organismo, por diminuto que sea, forma parte de un todo. Aquí los días transcurren entre abejas meliponas, que han estado ahí desde la época precolombina, extrañísimas tortugas blancas y árboles de cacao o chicle que a lo largo del tiempo han resguardado especies míticas como los jaguares. En el atardecer se escucha entre los arbustos el trino de 400 tipos de aves diferentes.
La cultura de la selva mexicana
La Selva Maya es también una larga historia compartida entre el bosque y los humanos. Hace más de mil años los antiguos mayas edificaron, en medio de la vegetación tupida, sus ciudades llenas de monolitos y monumentos. Vestigios que transmiten la gran sabiduría que estos pueblos tenían (y tienen) con la arquitectura y con su entorno.
De acuerdo a estudios realizados por el INAH se calcula que las primeras comunidades mayas se establecieron en la selva hace poco más de 5 mil años. Ahí no sólo construyeron su hogar, sino que crearon su fantástica cosmogonía y moldearon sus conocimientos en matemática, astronomía y agricultura. En el pico de su civilización, millones de personas poblaron esta tierra y aprendieron a respetarla; a coexistir con ella de una forma particular.
Hay indiciosos que los mayas desarrollaron una multitud de tecnologías sustentables. En expediciones arqueológicas se han encontrado pequeños huertos familiares, represas de agua hechas de arcilla y ruinas de viviendas que demostraban las eficaces técnicas agrícolas que tenían los mayas y su grandioso respeto por la naturaleza.
Conoce las edificaciones mayas más bonitas
Algo sobre la selva mexicana
A pesar de que en algún momento de la historia las grandes ciudades mayas se desvanecieron en el tiempo, estas comunidades están muy lejos de extinguirse, todo lo contrario. Se calcula que en las áreas protegidas de la Selva Maya actualmente viven más de 600 mil personas que pertenecen a distintos grupos étnicos, entre lo que se encuentran los choles, tzeltales, tzotziles, mayas, garífunas, mestizos, menonitas, por sólo mencionar algunos.
Estos grupos han mantenido vivo el conocimientos de sus antepasados, y se han dedicado a cuidar su bosque. Hay que destacar que la filosofía maya es no tumbar la selva porque sin ella no existiría la riqueza que ella trae; para muchas comunidades la selva es incluso una herencia para sus hijos, y por eso hay que protegerla.
Hoy, a pesar de todas las amenazas que tiene la jungla, los mayas sobreviven gracias a su gran capacidad de hacerle frente a los problemas principales. En los últimos años se han creado asociaciones de apicultores para cuidar a las abejas, se han llevado a cabo patrullajes para monitorear la diversidad de especies y hasta se han nombrado guarda parques voluntarios que todos los días combaten los incendios forestales y la caza furtiva.
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En Rutopía tenemos pleno respeto a las localidades y a sus iniciativas para mejorar el entorno. Nuestro granito de arena consiste en que los diversos grupos puedan mostrarle al mundo sus bellezas sin que esto tengan impacto en el turismo.
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