Nos encantó la posibilidad de llegar a conocer a esta linda comunidad. Conocer sus cocinas, su mesa, escucharlos, poder hacerles mil preguntas, compartir la comida. Nos encantó tener variedad de lugares y familias para conocer, nos permitió ampliar nuestra percepcion del lugar e imaginar cómo viven a diario.
Nos emocionó mucho cómo abrieron su corazón y con su sencillez compartieron sus preguntas, su comida, su fogón.
Lety sumó mucho, nos sentimos muy acompañados por ella y tranquilos de que se hacía cargo de todo. Un amor con nuestros dos niños. Sentimos que nos llevaremos este lugar y esta comunidad para siempre en nuestro corazón.
Lo conversamos personalmente pero la gratitud máxima por abrir las puertas de su intimidad, por ser tan amables y atentos y cocinar y atendernos con tanto amor.
Comida: nos faltó comida más fresca (entendemos que allí es difícil conseguir) pero después de 3 días se extrañan las frutas y algo de verdura fresca. Muy rica la comida aunque sentimos un exceso de tortillas y masas, estómago un poco pesado. Entendemos también que es la comida típica y lo que tienen pero lo comentamos con espíritu constructivo.
Guías y otras mujeres: super amables y comprometidas. Un agrado la calidez de su hogar y de su mesa. Creemos que sumaría que tengan más conocimiento de la cultura Mixteca (dónde vivían, cómo vivían, relación con otras tribus)
Paseos: muy buenos los paseos. El de Apoala es precioso, la caminata por El almacén también y la conversa mientras aprendimos a trabajar la palma se sintió un momento especial de compartir con la comunidad.
Clase Mixteco: se sintió un poco «relleno» con un listado de palabras antes quizás podría suprimirse y usar ese tiempo para una caminata más larga por el pueblo por ejemplo.